Portada, Tratado sobre la yerbaluisa
En una época en la que la literatura se ha visto invadida por cientos de títulos elaborados con la osada intención de pautearnos un camino a seguir, una ruta hacia el éxito y revelarnos la fórmula para la tan mentada «paz interior», Enrique Verástegui se mofa de ese fenómeno con su Tratado sobre la yerbaluisa. Con este homenaje a la meditación, la naturaleza, el sexo y la vida misma, Verástegui nos demuestra que se puede hablar del alma, la mente y el cuerpo sin caer en simplezas o mezquindad.
Todos sabemos de su capacidad de abstracción y quienes hemos gozado de su arte estamos habituados a viajar entre sus líneas sin cinturón de seguridad y, de manera trepidante, sumergirnos en el dulce caos de sus posturas y la sabrosa manera en la que el vate nacional describe al hombre y su complejidad.
En esta obra, Verástegui no hace más que escoltarnos en un atractivo recorrido por una parte de su intensa biografía. Echando mano de la naturaleza, da vida a un tratado
universal y partiendo de la yerbaluisa nos transporta por dimensiones a las que podemos acceder con solo decidirnos, pero que, fieles a nuestra esencia, preferimos ignorar sin
remordimiento.
Todos sabemos de su capacidad de abstracción y quienes hemos gozado de su arte estamos habituados a viajar entre sus líneas sin cinturón de seguridad y, de manera trepidante, sumergirnos en el dulce caos de sus posturas y la sabrosa manera en la que el vate nacional describe al hombre y su complejidad.
En esta obra, Verástegui no hace más que escoltarnos en un atractivo recorrido por una parte de su intensa biografía. Echando mano de la naturaleza, da vida a un tratado
universal y partiendo de la yerbaluisa nos transporta por dimensiones a las que podemos acceder con solo decidirnos, pero que, fieles a nuestra esencia, preferimos ignorar sin
remordimiento.
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