viernes, 13 de mayo de 2011

La hija del ingeniero

Tremenda dupla: Aldo Mariátegui y Mónica Delta.


El pasado domingo 8, el periodismo que apoya la candidatura de Keiko Fujimori dio un traspié monumental. Quienes pudieron ver la conversación, por decir lo menos, que sostuvieron Aldo Mariátegui y Mónica Delta con Ollanta Humala saben a qué me refiero. Al candidato de Gana Perú le plantearon el tema de la evaluación a los maestros: «Usted no los va evaluar porque a los maestros no les gusta ser evaluados, ¿no?», soltó Delta. Ollanta empezó diciendo que eso no era así y los conductores de Sin medias tintas no perdieron tiempo para acusarlo de hacerla larga y no responder rápido a una pregunta tan fácil. Claro, lo fácil era decir sí o no, pero cualquiera de las dos opciones hundía a Humala, la única pregunta que hizo Delta fue «¿no?», todo lo demás era la respuesta que quería recibir. Cuando, milagrosamente, Humala pudo hablar dijo que los profesionales no podían ser evaluados de cualquier manera, como si se tratase de postulantes o escolares. Entonces, Mónica arremetió con otra de sus ¿preguntas?: «Ah, entonces lo que usted está diciendo es que no le gusta cómo se están haciendo las cosas actualmente, ¿es así?». Humala empezó de nuevo, «Las cosas no son así… ». «Pero señor Humala ¿no puede usted responder?», dijo Delta. «Parece que no puede», se metió Aldo y ambos empezaron cuchichear como dos causas batiendo a un tercero proveniente de otro barrio. Lúcar, que auspició el enlace, era un adorno más, como en los 90.
Alejándonos de los conceptos académicos creo que a nadie le quedan dudas de que el periodismo es un negocio. No uno más porque se trata, quizá, del más poderoso de todos. Para mi, el periodismo se creó primero y después vinieron la objetividad, la neutralidad y todos esos conceptos que se le arrimaron para que el diario, revista o lo que sea que saques tenga una fachada social. Pedir que la prensa se dedique únicamente a informar no solo es pecar de ingenuos, sino también de soñadores. Ojo que soñar no está mal, pero los sueños son solo eso, sueños. La línea editorial existe y partiendo de ello la información nunca podrá estar exenta del punto de vista de quien nos la da. A partir de ahí, la supuesta razón de ser del periodismo deja de existir porque la información no nos llega pura, calatita, sino vestida como a alguien más le gusta que se vista. ¿Cuál es la solución? Que la información la encuentres por tus propios medios. ¿Está eso mal? Es una discusión que no tiene mucho sentido porque la prensa es eso desde su creación, aunque los «conceptos» nos quieran explicar otra cosa. No se trata de justificar los errores de la prensa diciendo que siempre fue así, para nada; pero quejarte porque un grupo de periodistas son evidentes al mostrar a qué candidato apoyan está de más. Al fin de cuentas, de eso se trata la libertad de expresión.
Pero lo que se vio el domingo trasciende esos aparentes límites. Es ahí cuando las caras pierden toda su sangre. Si quieres tirar para un candidato resalta sus virtudes y los errores del contrincante. Lo que busca hacer la prensa pro Fujimori es destruir al competidor induciéndolo al error o poniéndole las respuestas en la boca. La gente puede ser amnésica pero que sea estúpida es más difícil. Si la candidata que apoyas es impresentable y no tienes por dónde levantarla, te jodiste pero no puedes inventar que la agredieron en un mitin al interior del país o pregonar que la democracia está asegurada si sale elegida, por favor.
Hoy me pregunto cómo llamará Mónica Delta a la futura presidente Fujimori en las entrevistas. Ella, que en su libro autobigráfico Minutos antes de las ocho le cuenta a todo el que la lea que siempre se resistió a llamar presidente al padre de Keiko y lo llamaba ingeniero, la misma mujer que asegura haberse negado a entrevistar al «Chino» porque le exigieron que lo llame presidente Fujimori. Ahora, con preguntas que traen respuesta incluida y relojeando a Ollanta con su pata Aldo, demuestra que no le molestaría llamar presidente a la hija del ingeniero.


Juan Carlos Gambirazio

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